En Ciencia Pop, Gabriel León nos invita a explorar cómo funciona nuestro cerebro frente a conductas que podrían considerarse adictivas y a preguntarnos si realmente todas las adicciones son iguales.
La adicción no siempre involucra sustancias clásicas. Desde la comida hasta la tecnología, nuestro cerebro responde a estímulos que nos generan placer, aunque a veces sean difíciles de resistir.
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Claudio Pérez Leighton, bioquímico y académico de la Universidad Católica, explica que esta conducta tiene raíces evolutivas: nuestro cerebro se diseñó para buscar comida y asegurarse de nuestra supervivencia. Sin embargo, la abundancia de alimentos modernos puede “engañarnos”, llevándonos a elegir lo más fácil y atractivo, aunque no siempre sea lo más saludable.
Por su parte, la neurobióloga Paola Haeger, de la Universidad Católica del Norte, señala que los seres humanos sentimos atracción por aquello que nos cuesta resistir. Esta dificultad activa ciertas regiones del cerebro que intensifican nuestro deseo, un mecanismo que explica por qué nos cuesta dejar ciertos hábitos.
El psiquiatra especialista en adicciones Nicolás Libuy añade que hoy existen conductas que generan patrones adictivos más allá de sustancias químicas, como el uso del teléfono o la televisión. Aunque estas conductas generan dependencia, aún no se ha determinado científicamente una “adicción verdadera” a la tecnología.
Los expertos coinciden en que la investigación sobre adicciones sigue evolucionando. Mientras algunas tienen solución, otras requieren un estudio más profundo para entender por qué se producen y cómo podemos manejarlas.
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