Este martes el mundo del rock lamentó la muerte de Ozzy Osbourne quien falleció a solo dos semanas del concierto del que se despidió de los escenarios junto a su formación original de Black Sabbath.
En un espectáculo titulado "Back to the Beginning", realizado el sábado 5 de julio en el estadio Villa Park, ubicado a pocos kilómetros del barrio donde la mítica banda fue fundada en 1968.
La presentación, que reunió por primera vez en más de dos décadas a Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, fue el punto final para la carrera en vivo del "Príncipe de las Tinieblas", quien en 2020 reveló que padecía Parkinson. El show marcó también el regreso definitivo de Black Sabbath a su ciudad natal, donde todo comenzó, para un homenaje que quedará en la historia del rock y del metal.
Con una duración de más de 10 horas, el evento reunió a una constelación de estrellas del género, incluyendo presentaciones de Metallica, Tool, Duff McKagan de Guns N’ Roses y un emotivo discurso de Jason Momoa, quien ofició como maestro de ceremonias. La dirección musical estuvo a cargo del legendario Tom Morello, guitarrista de Rage Against the Machine, quien también interpretó un par de temas junto a los anfitriones.
Desde el anuncio del evento en febrero, las expectativas fueron creciendo hasta consolidarse como uno de los recitales más esperados del año. Miles de fanáticos viajaron desde todo el mundo para presenciar el último rugido de una leyenda.
Con su característica voz rasgada, Osbourne agradeció al público y a sus compañeros de banda con palabras conmovedoras: "Gracias por estar conmigo todos estos años. Esta no es una despedida con tristeza, es un regreso al lugar donde todo comenzó. Y no podría haber pedido un final más hermoso".
Black Sabbath, considerada por muchos como la banda pionera del heavy metal, ofreció un set cargado de clásicos como “Paranoid”, “War Pigs”, “Iron Man” y “Children of the Grave”, cerrando con un estruendoso “Black Sabbath” mientras fuegos artificiales iluminaban el cielo de Birmingham.
La noche del 5 de julio no solo marcó el adiós de Ozzy Osbourne a los escenarios, sino que también fue la antesala de lo que sería el 22 de julio más triste de la historia del rock.