Un complejo escenario judicial y vecinal se ha tomado la agenda en Concepción tras el fallo de la Quinta Sala del tribunal de alzada. La instancia acogió un recurso de protección interpuesto por Luz Matus, de 91 años, quien denunció que los constantes ladridos de Rocko, un perro de raza schnauzer de cinco años, han afectado su salud y descanso diario.
La versión de los tutores y denuncias de maltrato animal
A pesar de la resolución judicial que ordena modificar el comportamiento del animal o aislar acústicamente el inmueble, los dueños de Rocko han manifestado una versión distinta sobre el origen del conflicto. Gabriel, tutor del can, señaló que el animal "ladra como cualquier perro" y vinculó su conducta a situaciones previas de estrés provocado por la misma vecina.
"El perro le ladra, porque desde chico, ellos lo maltrataban, le tiraban piedras, colgaba la manguera, le tiraba agua. Pueden entender que, como todo perro, al momento de pegarle, o hacerle daño, el perro le tomó mala", relató Gabriel a Canal 24 Horas.
Por su parte, Julia Williams, dueña de la mascota, calificó la situación como "insólito" en conversación con LUN, afirmando que los problemas se originaron a mediados de este año. "Esto es únicamente porque ella es la que agrede a mi perro y el perro reacciona. Ella ha tenido maltrato con mi perro. Cuando él la ve, claramente se siente amenazado por ella. Ella usa un dispositivo para ahuyentar perros, con ultrasonido", acusó Williams.
Al momento de ser consultada por el diario sobre cómo notó que le tiraban piedras, Julia respondió "Porque las he encontrado. El caballero, su pareja, que tiene unos 70-80 años, le ha tirado piedras", agregando que ha intentado dialogar con ellos, pues "también puede agredir a mi hijo".
Sobre las acusaciones de agresiones hacia el perro, la adulta mayor respondió que ha utilizado "un escobillón, le tiraba al perro por arriba de la reja, más encima un chorro de agua cuando riego el antejardín".
El fallo por violencia sorda y próximos pasos
La Corte de Apelaciones de Concepción estableció que el ruido constante constituye una "violencia sorda", argumentando que esta situación "afecta el descanso, genera estrés y ansiedad, y puede exacerbar condiciones médicas preexistentes en personas de avanzada edad, vulnerando así su derecho a la salud y a una vida digna".
Ante la sentencia, Gabriel manifestó su disconformidad con el proceso: "No entiendo cómo la justicia se puede prestar para esto". Los responsables de Rocko tienen plazo hasta este lunes para presentar una apelación a la sentencia emanada por el tribunal penquista, buscando revertir la orden de aplicar aislamiento acústico o cambiar la conducta del perrito.