La sostenibilidad dejó de ser un concepto aspiracional para convertirse en una práctica concreta dentro del mundo de la moda. Un ejemplo es la marca chilena Ange Eyzaguirre, que ha logrado transformar un promedio de ocho botellas plásticas PET en un metro de tela de alta calidad, utilizada en sus colecciones de faldas envolventes, sedas sublimadas y vestidos estampados.
Este enfoque consciente surge como respuesta a uno de los grandes desafíos de la industria: según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la moda es responsable de hasta un 10% de las emisiones globales de carbono y genera el 20% de las aguas residuales del planeta. Frente a este escenario, Eyzaguirre impulsa un modelo de producción responsable que integra innovación textil y diseño de autor.
“Siempre hemos creído que la sostenibilidad real se practica, no se predica. Nuestra energía está en el taller, no en discursos”, afirma la diseñadora Ange Eyzaguirre. “Compartir nuestro proceso es nuestra forma de honrar a quienes confían en nosotros y de diferenciarnos del ruido del ‘greenwashing’. Aquí no hay slogans vacíos: hay trabajo, calidad y convicción”.
La filosofía de la marca se refleja también en su política de cero residuos. Cada excedente textil que surge en el proceso de confección se reutiliza para crear pañuelos, collets y accesorios, otorgando valor a cada detalle y minimizando desperdicios. “En nuestro taller, cada tela merece una segunda vida. Lo que sobra de un vestido no se pierde: se transforma en pequeños tesoros que cuentan la misma historia”, añade Eyzaguirre.
El compromiso de la marca la posiciona como un referente en el diseño nacional en un mercado donde, según McKinsey & Company, más del 60% de los consumidores jóvenes buscan activamente marcas con valores demostrables.
Con esta propuesta, Ange Eyzaguirre no solo aporta al debate global sobre el futuro de la moda, sino que establece un estándar de transparencia y responsabilidad que refuerza su visión de “lujo latino”