la controladora - 53 años
Es un secreto a voces que Agustina tiene trato con Dios y con el diablo, y que puede controlarlos a ambos. Sabe que el ejercicio del poder es facilitar contactos y favores, y no aceptar nada a cambio, hasta que ella lo decida. En la intimidad es muy pasional y su gran pecado es la soberbia.
En el fondo es una mujer falta de cariño que tiene un vacío interior que ha tratado de llenar con dinero y una obsesión casi enfermiza con el poder. Narcisista, autoexigente y demandante.
La valoración de sí misma se basa en sus logros y en cómo la vea el resto. Se relaciona con gente que admira y en ellos busca la aceptación incondicional. No perdona fácilmente y traicionarla es declararle la guerra. Aguda e inteligente, maneja el sarcasmo a la perfección. Cada palabra que dice se recibe con un temeroso respeto.
Su gran dolor es haber crecido sintiéndose a la sombra de su hermana mayor y su gran triunfo es haberle tapado la boca a su familia cuando el “patito” feo en que nadie había puesto fichas logró crear un imperio hotelero.
Agustina es una mujer que es capaz de decir la frase más cruel con la más dulce de las sonrisas y tiene una gran dificultad para conectarse con sus sentimientos más profundos que la puedan hacer entrar en una crisis de identidad. Bajo la imagen de una mujer segura de sí misma, autoritaria y manipuladora, hay una niña pidiendo a gritos un poco de atención.
Después de la muerte de Clara, sus atributos se acentuaron y pasó a ser una mujer aún más controladora y manipuladora, tratando de impedir que en su hotel volvieran a ocurrir situaciones peligrosas.