¿Si tienes un mal día piensas en salir a comer algo rico? ¿Cuándo quieres celebrar algo organizas de inmediato una salida a comer? ¿Cuándo peleas con tu pareja te desquitas comiendo dulces? Si respondiste sí a todas, ten cuidado porque esto puede afectar negativamente a tu estado anímico.
La comida chatarra es la favorita de muchos y esto queda claro en la encuesta Adimark en la que concluye que 41% de los chilenos consume comida rápida al menos una vez por semana.
Dentro de los alimentos más dañinos están las papas fritas y las bebidas azucaradas. Esto debido a que la grasa y el alto nivel de azúcar de las gaseosas elevan las conductas depresivas. Si eres una amante de las papas y no te imaginas una vida sin ellas, existe la opción de cocinarlas en el horno.
A su vez, los queridos completos son un enemigo férreo del positivismo. Los embutidos por su preparación alta en sal, grasa y azúcar causan de inmediato una sensación de cansancio, fatiga, pesadez y mal humor. Además, el pan y los aliños hacen que el ánimo decaiga más rápido.
Si pensabas que la azúcar y los postres era sinónimo de felicidad, lamento romper tu corazón porque los endulzantes artificiales y lácteos altos en grasas frenan la producción de la serotonina, provocando ansiedad e incluso depresión.
La revista Appetite publicó un artículo que dice que la personalidad de cada uno está relacionado con lo que comemos.
* Una mayor predisposición a vivir nuevas experiencias está asociada a un mayor consumo de frutas y vegetales, y menor consumo de carne y refrescos.
* Las personas sociables y de buen trato muestra un menor consumo de carne y productos cárnicos.
* La neurosis (trastornos y manías obsesivas) están ligados al abuso de alimentos azucarados debido a la influencia de las emociones en los hábitos de consumo.
Un consejo es tener horarios para comer y no dejarse influenciar por las emociones. A su vez, preferir alimentos con Omega 3, alimentos dulces como las frutas y el chocolate (alto en cacao y bajo en grasa). Este último ayuda a estar de buen humor y tiene una relación sicológica que hace que el cerebro perciba el chocolate como un premio.