Jorge Selarón nació en Limache en 1947, su primer viaje fue a los 10 años, donde quedó enamorado para siempre del mundo, emprendiendo una travesía que lo llevó a conocer más de 57 países, siendo Brasil el último, donde se instaló a vivir su sueño de artista.
Cuando llegó a Río de Janeiro, no tenía tanto dinero para comenzar su carrera de pintor. Por esto, y también por aburrimiento, comenzó a adornar la escalera que estaba al lado de su casa. Primero recolectó cerámicas de la basura o recogía lo que sobraba de las construcciones vecinas, como vidrios o azulejos. Pronto, sus vecinos se percataron que el ceramista estaba creando una hermosa obra de arte, por lo que comenzaron a ayudarlo con varios tipos de materiales.
Así, cuando corrían los años 90's, el artista chileno comenzó lo que en sus propias palabras describe como "una obra de arte en constante evolución". Luego de que las escaleras tomaran color y la gente de todas partes del mundo notara esta hermosa obra de arte, varias personas comenzaron a colaborar en este gran proyecto, lo que conllevó a que la escalera tenga aportes de cerámicas de más de 60 países diferentes.
Sin embargo, no todo fue colaboración: una de las cosas que más llama la atención de los turistas es las cerámicas originales de Jorge Selarón. Son alrededor de 60 y todas cuentan con una mujer embarazada en la ilustración. Si bien nunca se pudo revelar el secreto de porqué Selarón incluía a este tipo de mujeres, se convirtió en su sello de pintor.
La muerte del artista chileno fue una sorpresa para todo aquel que seguía su trabajo: según amigos del ceramista, hace meses que Selarón estaba triste. Todo esto se debió a un problema que tuvo que un antiguo ayudante, quien lo había amenazado por problemas laborales. Un 10 de enero del 2013, el artista fue encontrado calcinado en su casa, producto de una explosión con un diluyente.
Si bien varios pensaron que se trató de un asesinato, las pericias arrojaron que el artista estaba solo al momento del fatal desenlace. Luego de una masiva despedida, su gran obra fue la única que trascendió en el tiempo, convirtiendo al chileno en un icono del arte y a las escaleras en uno de los centros turísticos más importantes de Río de Janeiro.