En una entrevista de "Buenas Noches a Todos" enmarcada en "La memoria infinita", Paulina Urrutia conversó con Eduardo Fuentes acerca del diagnóstico de su esposo recientemente fallecido, Augusto Góngora. 

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Con conocimientos clarísimos respecto al funcionamiento del cerebro y la memoria, la protagonista del documental hizo un recorrido de los primeros síntomas del alzhéimer que afectó fatalmente a su esposo. 

El "robo" del vehículo: la primera señal 

Paulina Urrutia recordó la primera confirmación de sus suposiciones. Aunque ya habían detalles que provocaban dudas en su consciencia respecto al estado de salud de su esposo, prefirió esperar a una alarma lo suficientemente clara para confirmar el padecimiento. 

Según contó en "Buenas Noches a Todos", la primera gran señal se dio en el marco de una clase impartida por Augusto Góngora en la universidad donde prestaba servicios. 

"Pasa y pasa el rato porque se suponía que tenía que volver (a su hogar)... en un momento me llama por teléfono y me dice: 'me robaron el auto' (...) Yo fui a la Universidad -todo esto con el 'bichito' porque ya había tenido varias señales- y empezamos a buscar el auto por todas partes (...)", sentenció Paulina Urrutia.

Tras hacer el recorrido junto a Augusto Góngora buscando el auto por los alrededores del centro de formación académica, se dieron por vencidos y declararon el vehículo como perdido. 

Meses después reciben una llamada de Carabineros que anunciaba lo esperado: habían encontrado el auto. Sin embargo, cuando le entregan la dirección donde estaba ubicado el móvil, Paulina Urrutia confirmó todas sus suposiciones.

Imagínate... está aquí la Universidad (señala con gestos), nosotros recorrimos dos cuadras para allá y otras dos por acá. Y bueno. El auto estaba a tres cuadras de la Universidad.

"Él lo tomó con mucho dolor"

Por su núcleo familiar, para Paulina fue sencilla la tarea para reconocer la enfermedad. Sin embargo, $6 millones de pesos fueron los que tuvo que desembolsar en exámenes para confirmar su teoría -la que bajo su mirada, estaba clara-.

Transitar hacia la aceptación fue un camino complejo para Augusto Góngora, pero no fue uno solitario.

A Augusto le da esta enfermedad no en el retiro, Augusto estaba totalmente activo (...) La sanidad de ese proceso y el haber contado conmigo de transformar esa rabia, esa pena, ese miedo en algo que 'es lo que me está pasando'", sentenció Paulina Urrutia. "La rebeldía, el dolor, la rabia, la pena profunda... desde ese momento comenzamos a compartirla. Pasamos de eso, de como él elaboró ese dolor y todo, a perder la vergüenza. Porque al principio, ¡imagínate!: 'que nadie sepa', 'que nadie se entere'", agregó.

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