Como si fuera un presagio de último día, Jocabed quiso aprovechar de compartir con sus queridos nietos, y conversar con Miriam y Zípora. No sin antes abrazar con todo su amor a sus hijos Moisés y Aarón. Pero mientras descansaba a orillas del lago, sintió cómo su cuerpo se apagaba y dejaba de existir.