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La ejecución de un Gobernador

La ejecución de un Gobernador

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TVN

Viernes 10 de julio de 2015

Una escena que marcó el segundo capítulo de Sitiados fue la ejecución del Gobernador Martín García Oñez de Loyola por parte de los mapuche, quienes se comieron posteriormente su corazón.

Historia Mapuche aclara que los sacrificios humanos no eran comunes ni tenían una finalidad alimenticia sino más bien ritual. Eso sí, en determinadas ocasiones se sacrificaba a un prisionero antes de ir a la guerra para alimentar a las Toki Kura o después de ésta para restituir los equilibrios con los Püllüam (Püllü=espíritu de los vivos y Am= espíritu de los muertos).

En el segundo capítulo de Sitiados, vemos cómo los mapuche sacrifican al Gobernador Oñez de Loyola. Historia Mapuche cree que el español no fue sacrificado, según el relato que hace Quilalevo a Francisco Núñez de Pineda en su libro “Cautiverio Feliz”, donde señala que “estuvieron en Curalaba y que Oñez de Loyola murió al levantarse de su cama”. Sin perjuicio de lo anterior, hay autores que señalan que el Gobernador habría sido sacrificado ritualmente según dichos de algunos Yanakona.

¿En qué consiste el ritual de sacrificio? Este comienza con un discurso previo de un Ñizol Toki (toqui superior) que hablaría de los abuelos, la guerra, la unión, etc., mientras los demás toqui estarían sentados, según su jerarquía, haciendo un círculo y alrededor del Rewe.

Al Gobernador lo arrodillan mientras un mapuche sostiene una lanza con varios cuchillos, dependiendo del número de vtá mapu aliados (grandes territorios), los cuales van amarrados en la punta de la lanza, como un tridente.

El Ñizol Toki, con su Toki Kura a la derecha, le dice al Gobernador “toma este palo y anda cortando palitos, cada uno representa a un capitán o general valiente de tu país. Los conservas en tu mano y luego haces un hoyo, manteniendo los palitos en la mano”.

Luego, van tres Lonko de un rango medio, llamados capitanejos por los españoles, en representación de su Vtámapu y cada uno toma un cuchillo. Los tres deben entregar esta arma en la mano derecha del Ñizol Toki que coloca la Toki Kura en la izquierda.

Inmediatamente, realizan discursos sobre los males sufridos, la lucha de los antepasados, las mentiras y la unión del país diciendo ¿es cierto o no? (¿Feley kam? o ¿felelay?), y los presentes responden ¡veli! o ¡veley! Que significa así es.

Finalmente, todos apoyan el sacrificio. Para ello, se dice “para que todos los proyectos futuros tengan efecto y sean apoyados por los Pillán, tenemos a este wingka (extranjero) cuya sangre les entregaremos”. Luego el Ñizol Toki clava los tres cuchillos ante el asustado español alrededor del hoyo que éste hizo.

El Ñizol Toki llama al toqui que gobierna ese territorio para que el mismo sacrifique al español, entregando una maza y el cuchillo que corresponde al Vtámapu suyo y otros dos cuchillos a dos kon´a (soldado, servidor), representantes de los otros Vtámapu, los que se colocan al lado del Gobernador con sus lanzas enarboladas. El Ñizol Toki andaría con la Toki kura.

Luego el toqui le pregunta al español cuántos palillos tiene en la mano (dependiendo de cuánta gente nombró), quién le responde con el número, iniciando un conteo desde el más famoso al menos famoso y por rango, dejando los palillos en el agujero a medida que los va nombrando. Luego, le ordenan tapar el hoyo o enterrar un palillo que lo representa a él (al español), en ambos casos, recibe el mazazo en la nuca que esparce su masa encefálica por el suelo mientras la comunidad ritual explota en un enorme y sonoro afafan.


Los dos mapuche ubicados al lado del español le abren el pecho inmediatamente y sacan su corazón, entregandoselo al toqui anfitrión que debe chuparlo y luego echarle humo que toma de la pipa (pitxa), pasando el corazón de mano en mano a los toqui, quienes hacen lo mismo. Mientras tanto seis Kon`a corren en el sentido del sol alrededor del cuerpo del fallecido haciendo afafan. Con esto, se espanta el espíritu del español muerto (am) para que no quede “penando”, ritual conocido como awün. Mientras tanto, toda la enorme concurrencia que rodea el Rewe hace temblar la tierra con los pies haciendo afafan.

Luego vuelve el corazón a manos del toqui anfitrión, quién lo troza y lo reparte entre los de mayor jerarquía para consumirlo, como una forma de unir a todos los toqui en un solo corazón. Mientras tanto, suena el ritmo rápido del kultrun (kultxung) con algunas pifilka.

Se inicia la fiesta y el Purrulon (baile de la guerra). Cada uno de ellos tiene un hilo de un color, el que está unido a una rama del canelo y a la cabeza de los españoles muertos. Todos bailan sujetando este hilo, menos los Ñizol quienes sólo se mueven sobre pequeños banquitos o tarimas de madera. En este ritual, muchos mapuche están vestidos con ropa española, ya sea un casco, sombrero, o con papeles de biblias pegados a las espaldas, con el objetivo de apropiarse de las pertenencias del español y burlarse de él.



Referencias

Francisco Nuñez de Pineda y Bascuñan, El Cautiverio Feliz tomo I. Editorial RIL, Santiago 2001, (p.p 289 y siguientes);
González de Nájera, (p.p. 54, 55, 56); Alonso de Ovalle, (p.91); Diego de Rosales, (p.p 123, 144, 147); José Bengoa. Historia de los Antiguos Mapuches del sur. Editorial Catalonia año 2007, (p. 353).