El año 2012, la vida de la hermana Francisca cambió de manera abrupta, cuando dentro del convento donde vivía un hombre abusó sexualmente de ella.
Entre marzo y abril del año 2012, el monasterio de las Clarisas Capuchinas en Santiago necesitó de reparaciones, para las cuales fue autorizado el ingreso de un grupo de trabajadores, por parte de la madre superiora de la institución. Los hombres no sólo ingresaron, sino que comenzaron a alojar dentro del recinto. Meses más tarde, uno de ellos violó a la hermana Francisca.
La monja Clarisa Capuchina fue designada como supervisora de la alimentación de este grupo de trabajadores. Según la investigación realizada por 24 Horas, Hernán Ríos Valdivia, trabajador en el convento, se mostró siempre atento y cordial con las hermanas.
No fue hasta octubre del 2012 cuando este trabajador llevó a la religiosa hasta una habitación, momento en que la hermana lucía aparentemente enferma y según antecedentes de la investigación, simulando atenderla, luego la violó.
Luego de años, decidió dejar atrás la vergüenza y el miedo, para enfrentarse a la institución religiosa y a la justicia, ya que fue obligada a renunciar al claustro y sus votos, perdiendo todos los derechos que recibía siendo una hermana Clarisa Capuchina.