Con 35 años y luego de entregar su vida para salvar a una familia de las llamas en Santa Olga, Hernán Avilés se convirtió en un bombero mártir y su cuerpo fallecido es trasladado en una emotiva caravana, desde Constitución hasta Talagante, donde sus compañeros, amigos y familia lo esperan para entregarle un último adiós.