El último deseo de Débora fue ver a Jesús, y aunque Jairo no quería recurrir a él, le rogó que fuese a ver a su hija, quien empeoraba a cada minuto.
La soberbia y el escepticismo de Jairo quedaron en el olvido. Se acercó a Jesús y le explicó que su desesperación se debía al mal momento que vivía su hija Débora.